26 de febrero de 2010

Personas

Había decido publicar unas criticas (lo haré a menudo los viernes por la mañana creo y será de música, libros, películas, etc...) pero no las he escrito, puede que las publique después más tarde.
Visitando blogs me he encontrado con esto y me ha parecido expectacular, así que copio del blog La camisa de 11 varas . Que lo disfrutéis.


25 de febrero de 2010

El reencuentro ¿(IN) esperado?

Ya ha pasado mucho tiempo de la última vez que hable con ella.
Que deciros...
Supongo que la lejania nos había dejado en "Stand By" ella por su lado pasando de todo como siempre, y yo por el mio.
El otro día llamó a una amiga en común y le dijo que le tenía una sorpresa. Haciendo cabalas dedujimos que iba a venir (¿unos dias) aquí. Y entonces me he puesto a pensar más en ella de lo que acostumbraba...
He recordado que hace un tiempo atrás esa amiga en común me preguntó que si por mi parte creía que las cosas estarían tan bien como antes, y rápidamente dije que no. Comenzamos a reirnos, ambos sabíamos que era mentira, que yo soy como soy, y siempre me he quedado con lo bueno de esa persona (que es tanto), pero de todas maneras tengo miedo, tengo miedo de que venga y la vea mal y nuestra relación siga igual, tengo miedo a que empeore, y tengo miedo a que mejore. Supongo que será el inconsciente, y el continuo pensar en el libre albedrio ¿Nosotros tomamos decisiones y guiamos nuestro camino? ¿o son consecuencias de otros factores (actos pasados, personas, genetica, etc...?. Es cierto que quiero que venga, pero también prefiriria que no lo hiciera para que se mostrara fría de nuevo pusiera todo mi mundo nuevamente del revés. ¿De donde viene todo ese lio? Lo cierto que ante esto me siento vivo

Pd: Supongo que ella vendrá a leerme. Supongo que me gustaría que siguiera haciéndolo. Muchos de vosotros ya sabéis quien es porque he hablado de ella, para los demás no es una ex ni una persona de la que estuve enamorado, solo es una amiga... una gran amiga... como una hermana

24 de febrero de 2010

Mas

Hasta ahora el blog “El arte de sentir” se ha decantado por un tema más centrado en el literario. Textos de diferentes situaciones que nos hacen sentir de alguna manera, sea buena o mala, pero que en definitiva nos hacen sentir. También habéis descubierto que me gusta la fotografía y que intento darle un plus a esos textos con ellas. Intentaré coger el trabajo de fotógrafos que también intentan plasmar el arte de sentir. Pero quienes venís de la anterior etapa sabéis que si es cierto que todo esto me apasiona no soy solo eso, soy bastante más, "El arte de sentir" lo es, y por eso el blog va a entrar en una mecánica más variada, donde hablaré de cosas que me gusten, pero intentando que no decaiga el nivel marcado. En cuanto a esa “literatura” que os hablo también va a ser más variada, más generalizada… Como va a ser este blog ya se verá con el tiempo, poco a poco, pero con buena letra. Además de todo quiero informaros que ya quedan dos días designados para dos proyectos. El primero, los martes con “El cuaderno que se le calló del bolsillo al tiempo” y el otro para “El baúl oscuro de Christopher Mchonan” que serán los viernes, evidentemente todo a partir de la semana que viene donde se publicaran a las 22:00 (horario España (excepto Islas Canarias) respectivos días, eso si, hasta esos días en concreto no sabréis de que va el asunto. ¿Ya creeis saber de que va a tratar? Me muero porque me expliquéis que creéis
PD: Muchas gracias a todos los que acompañáis mis pasos en esta emocionante andadura.

21 de febrero de 2010

La luz de su sonrisa

"Ella lo supo desde el primer momento. Es esa inexplicable y maravillosa conexión que tienen las madres con sus hijos. Yo intentaba desdramatizar para calmarla, pero por dentro sentí ese puñetazo. Se me erizó la piel y las descargas eléctricas no cesaban de arañarme donde fueran. Voltio a voltio. Me hubiese gustado tener esa unión especial con mi hija y haberlo sentido como lo hizo Aurora, aún así fue durísimo tener que verlo en los ojos de mi mujer. El infierno crepitaba y el rojo intenso de sus arduas llamaradas se había adueñado de unos ojos siempre calmos.
Se mordía la piel, porque uñas no le quedaban, y daba vueltas sobre el mismo metro cuadrado mientras llamaba incansablemente a su móvil. Había pasado algo, de eso estábamos seguros, Maria era una niña responsable que no se hubiese ido sin que su madre lo supiese. Sabía que su madre se moriría en el acto.
Tuvimos que esperar horas agónicas para que la policía activara la búsqueda de mi hija pero ya, tras la sexta llamada, nosotros ya estábamos peinando cada centímetro de tierra, preguntando a todo el mundo por ella, llamando a sus conocidos. Siempre me pregunto si por entonces ya estaba muerta. De un día al otro nos perdimos.
Apenas tenía catorce años esa niña dulce y cariñosa, de tez blanca y pecosa, sonriente…Últimamente no lo hacía mucho, sonreír, pero cuando lo hacía seguía iluminando todo a un kilómetro a la redonda. Estaba enfermo, pero no se de que, supongo que la vida se cebó conmigo, y ella siempre estaba ahí dispuesta, aunque no tuviera ganas, a sonreírme y a salvarme de ese laberinto oscuro en el que yo me empeñaba en meterme hasta que me volvía a ahogar en vasos de whisky con hielo. En eso se parecía a su madre, realmente se parecían en todo. Imperfectamente perfectas. Me pregunto si tenía algo de mí. Que irónico resulta todo ahora



5 meses 27 días y 12 horas tardaron en encontrar su cuerpo en el lago. Su madre hacía un mes que se había suicidado. La encontré en la cama de mi hija. Sobredosis de narcóticos. Había dejado de ser ella, incluso yo había dejado, aún más, de ser yo. Ella lo sabía, Maria no estaba viva, y ella no sabía vivir así. Yo aún mantenía esperanzas, muy vagas pero esperanzas. Quizás debería haber hecho lo mismo, pero soy tan miserable que no me atrevo ni a morir. Me corroe saber que ella me pidió que la llevara en coche a casa de la amiga donde hacían la fiesta, pero lo que no me perdonaré nunca en la vida es no haberla llevado porque estaba hundido en la mierda, sentado en la oscuridad de una esquina de mi habitación demasiado borracho como para conducir. Aún así ella me besó y me sonrió. Su última sonrisa."

-E..Es..espe…espero que algún día pueda perdonarme- le costó emitir a la garganta reseca de aquel hombre que estaba de pie delante del señor De gea .
-¿Qué te perdone el qué?- vociferó aquel anciano- ¿Qué la conocieras? ¿Qué la enamoraras? ¿Qué la secuestraras? ¿Qué la humillaras? ¿Qué la violaras? ¿Qué la golpearas? ¿Qué la mataras? ¿Qué la quemaras?- a cada pregunta, sorprendentemente, aumentaba su tono. Las enfermeras no tardaron en llegar ante tal alboroto. Estuvieron a punto de echar a Miguel, pero el señor Humberto de Gea lo retuvo.- Contesta
-Supongo que son demasiadas cosas para perdonar, y supongo que habría que añadir todos los efectos colaterales.-susurró Miguel-
-¿Por qué lo hiciste?
- Terminé obsesionándome por su hija, y ese día consumí demasiadas drogas. La vi pasar y fui a hablar con ella. Solo quería hablar, solucionar las cosas. Era un chaval con muchos pájaros en la cabeza, y se me fue todo de las manos.
-¿La querías?
-Creía que la quería.-
El anciano que miraba a los pies del hombre estaba sentado en una silla de ruedas. Era un hombre apenado, consumido, famélico. Aquel que apretaba los puños para evitar que se le escabullera el poco orgullo que le quedaba ante el hombre que mató a su hija y consecuentemente a su mujer, hacía tiempo que no lloraba, pero estaba apunto de hacerlo de nuevo, ni se ocultaba en la oscuridad, aquel hombre había dejado de estar enfermo, porque estaba muerto, se veían en la negrura de sus ojeras, y aún así seguía buscando la luz de la sonrisa de su niña que lo rescatara una vez más.
-¿Tú eres el que pagas esto, verdad?- asintió Miguel- ¿Por qué lo haces?
-Es lo que menos puedo hacer si soy el culpable de lo que le pasa
-Así lavas tus remordimientos de conciencia
-No, mis remordimientos de consciencia se lavarían si ella pudiera perdonarme
-Las perdimos- murmuraba nostálgico el anciano- no os podéis imaginar cuanto cambia todo sin ellas. ¿Tienes hijos?- dijo cambiando de tema y sorpresivamente encarándose a Miguel, utilizando más energía que toda la que había utilizado en todos estos años.
-Si, tres, dos niños y una niña- respondió.
-¿Te..
-Lo sé- le interrumpió.- Es terrible.
El viejo agachó la cabeza de nuevo y colocó los dedos corazón de ambas manos sobre los lagrimales. Miguel quiso acercarse y abrazarle, pero el anciano lo detuvo con la mano.
-Su hija tenía muchísimas cosas de usted
-¿El que?- preguntó tímidamente
-Tenía su fuerza, su serenidad… -sonrió tímidamente Humberto como hacía décadas que no hacia- incluso tenía el lóbulo de la oreja más grande.
-Gracias
-No tiene porque dármelas. –Miguel miró la hora- Ahora tengo que irme pero pasaré a menudo si usted lo desea- no tuvo respuesta, se dio la vuelta y se puso a caminar.


Humberto de Gea murió diecisiete minutos después de un paro cardiaco. En su cara se dibujaba la sonrisa anhelada. No le pudo decir a Miguel que hacía años que lo había perdonado porque al fin de cuentas si se parecía a su hija.

"La vida deja de tener sentido si no existe en ella la sonrisa"
Autor:Daniel Calderón Martín
Imágenes: Google

17 de febrero de 2010

Máscaras de nieve derretida


Aprendí nada más verte que las cosas que verdaderamente valen la pena suceden así, de improviso.
El pueblo se helaba por instantes. A alguien se le debió encaprichar que aquella encrucijada de calles imposibles y tejados de casas bajas y antiguas se tiñeran de blanco, de un blanco idéntico, tan idéntico que era a la vez diferente.
Las ventanas del autobús en el que ambos viajábamos, quién sabe donde, mutaban entre diversos porcentajes de una transparencia que a la vez cubría el paisaje.
Piernas de infarto, pechos voluminosos, labios carnosos y sensuales, ojos grandes y grisáceos, melena larga, rubia y ondulada...
Quizás la primera impresión que percibiste de mí fue la de un pervertido, lo sé, encontrarme olisqueando los olores afrutados de tu cuello e intentar perderme en aquella mata extensa de pelo no fue el mejor de los comienzos; pero si hay algo que sé, algo que me caracteriza es mi verborrea natural, sutil, rápida… y conseguí en ti lo que quería, una sonrisa y tu número de teléfono. Ambos fuimos a la ciudad intentado evitar que nos consumieran las cosas que se nos quedaban pequeñas.
Al instante de entrar por la puerta de mi nuevo apartamento supe que quería más de ti, muchísimo más, y te llamé. Siempre tuve fascinación por quebrar barreras que me impedían llegar hasta donde yo quisiera. Conseguirme, conseguirte… el centelleo de unos ojos, el insinuoso pasear de tu lengua húmeda por tus labios resecos, sabrosos, ansiosos por obtener un dulce y romántico beso que hiciera que tu pierna izquierda se elevara hacia atrás y ¡Bang! Había conseguido ganarme tu confianza y adentrarme en tu lado interior o espiritual, o como coño se diga esa chorrada. Yo quería adentrarme en ti de otra manera, ya sabes, follarte hasta que el relieve del cabezal quedara incrustado en la pared de mi habitación Estaba claro que tu querías que te llevara a un mundo de castillos donde las princesas y los príncipes se amaban para siempre, para mi sin embargo solo eras un capricho temporal, algo que nunca me costó conseguir. La vida, sin embargo, acostumbrada a meterse donde no le llaman, quiso jugar echándole un exquisito y sorprendente aliciente en la olla de nuestra historia, tu virginidad.
He de reconocer que ello despertaba un violento instinto animal en mí, que ello me ponía cruelmente cachondo. Conseguir una presa que me pusiera las cosas un tanto difíciles me excitaba sobremanera. Me relamía. Cierto era que mi único propósito era conseguirte como fuera, pero no por ello iba a contener la voracidad de este apetito sexual ni tampoco soportar un dolor de huevos.
Pronto dejó de ser suficiente, ya no servían el resto, me aburrían, te quería a ti, mucho más que chupitos de tequila con el corretear de nuestras lenguas por saladas pieles y con comernos una boca amarilléntamente agria, ni borrarnos los labios a besos, ni mordernos salvajemente el cuello, ni siquiera inspirar longitudes de polvos blancos en la espalda. Es innegable que aquella noche pude controlarme. Supongo que las drogas, el alcohol, mi sed de ti y mis ansias de poseerte fueron las sustancias de una fórmula instigadora que hizo que estuviera apunto de violarte, menos mal que irónicamente tuve un poco de cordura.
De todas maneras, inmediatamente aquella circunstancia no hizo mella en nosotros porque rápidamente entendiste mis necesidades fisiológicas, pero me fui dando cuenta que la estrategia de seducción empleada comenzaba a dejar que desear y por ello sentía que te apartabas sigilosamente de mí.
Decidí arriesgarme a desnudarme, a despojarme de infinidad de capas que ocultaban mi verdadera piel, a dejar respirar como hizo hace tanto tiempo mi yo real, a dejarte llegar hasta el umbral.
Largas horas de charlas de cafés, de confesiones entre paseos a la luz de la luna, al borde del fuego de una hoguera o alrededor de otros maravillosos paisajes, de silencios escandalosos en el cine, de canciones susurradas al oído y gritadas a los altos edificios de una gran ciudad desde un coche con las ventanillas bajadas, de besos furtivos de labios desnudos en mitad de un océano, de sonrisas de helado de straciattella, de decenas de flores y otros regalos, de comidas en cualquier lugar del mundo, y cenas con velas en algún mágico lugar de nuestro mundo, de miles de besos, de caricias, de susurros, de confesiones, de palabras, de abrazos, de miradas, de canciones, de lugares, de sensaciones, de emociones, de…de… de te quieros… te volviste a acercar a mí mucho más de lo que ambos imaginamos.
Hicimos de los miércoles por la noche una costumbre propia donde continuábamos hablando y riendo de cosas que nos importaban y nos hacían reir, cosas que seguían descubriéndonos el uno para el otro. Siempre me besabas sabor capuccino, sonreías y te marchabas, pero aquella vez me sorprendiste rompiendo la tónica de los miércoles cuando me agarraste de la mano y me reseñabas desde cada metro de las paredes contra las que me empujabas, me besabas y me desnudas como nunca nadie había hecho, el pasillo que llevaba a mi habitación. Caímos en la cama con nuestros ojos clavados en los del otro. Nuestros cuerpos, ya sudorosos, se enredaron a la perfección como si ya se conociesen, como si ya lo hubiesen hecho antes. Nuestras manos agarraban pasionalmente y acercaban hasta lo imposible cada centímetro de piel. Mi boca mordiéndote los pezones, la tuya rendida de placer. Te miré a los ojos y me vi en ellos. Introduje al fin mi cuerpo en el tuyo, delicadamente, agarrándote la mano en el abismo de la cama, pintando tus labios con los míos.
En cada segundo, en cada jadeo, en cada mirada, en cada gota de sudor, en cada sacudida se disparaban fotografías del arte de sentir…Flashes cegadores que nos hacían creer que hacíamos el amor sobre un manto estrellado.
Descargas eléctricas recorrían mi piel, el éxtasis en su máxima expresión, sensaciones extrasensoriales de calibre insospechado…Un latido…y respiré…
Te solté la mano para rápidamente llevarla al primer cajón de la mesita de noche, pero en ningún momento dejé de mirarte, ni siquiera cuando uní el momento de la eyaculación con la presión del gatillo de la pistola que a sangre fría te voló la cabeza y tiñó mi desnudez de rojo escarlata.
Me tiré a un lado de la cama y me encendí un cigarrillo. Mientras espiraba caladas sangradas miré en tus grandes ojos grises aquella lágrima que consiguió conmoverme mucho más de lo que había hecho nadie. Y lloré, y agradecí irónicamente haber tenido un punto de locura porque me estaba enamorando perdidamente de tí

Sorprendentemente a alguien se le encaprichó que nevara en la ciudad. Nunca tuve dudas de quién provocó ese manto blanco de inocencia que coseguía tapar toda la mierda que exisitía y lo convertía todo en belleza




Texto: Daniel Calderón Martín

Imágenes:

1.- Enric Rubio (http://www.enricrubio.com/)
2.-Melissa Molina
3.-David Sanz (http://www.fotodual.com/)
4.-Google
5.-Getty images
6.-Google
7.-Google

14 de febrero de 2010

A la deriva de tu mar




Es el faro imperecedero
Que hace brillar solitaria la marea
El que espera que sea ese velero
El que se deslice por mi cadera
Tiñen tus ojos de ceniza
La sabrosa virginidad de mi piel
Donde se apoyan tus labios sin prisas
Dejándome resquicios de su miel
¡Ay! Si paseas tu lengua libremente
Por el borde del abismo de mis piernas
Mándame a la locura suavemente
Despojándome de mi néctar
Hazme beber del cáliz pecaminoso
Que me envuelve con tu aliento
Hasta hundirme en el mar acuoso
Que me mece en la marea de tu viento
Rompe en mí esta cruel cordura
Al saberme tu prisionera
Libérame de esta atadura
Que atenaza mi condena
Muero en el océano que me alumbra
Con miradas cargantes de placer
Que me dejaron sedienta y desnuda
En este nuevo amanecer
Vivo en la frontera de tus besos
Extasiada por tu sublime pecado
Que contagia nuestros excesos
Cuando estamos abrazados




Autor: Daniel Calderón Martín (con la inestimable ayuda de Ruth Carlino)


Imagen:Google

12 de febrero de 2010

a 4 manos (con by-karacola)



A 4 manos es otra manera de escribir, es la unión de dos estilos diferentes, de dos perspectivas con el único motivo que mejorar, aprender y ganar recursos. A 4 manos une dos blogs donde se publicaran las respectivos autores, por lo tanto aquí tendréis la primera parte, la segunda la tendréis en el otro blog. Quien quiera participar en esta iniciativa que mande un email a detras_de_la_luz@hotmail.com


.............




Un lugar para respirar.




1.- Tormenta




-Perdona, ¿estás bien?
Tengo miedo y tiemblo, el corazón me late a un ritmo intrépido… y hecho a correr en sentido contrario al habitual, pero no me muevo del sitio. El cielo ennegrecido llora, lo hace al igual que lo hago yo, y no me deja tener la certeza de si estoy llorando de verdad o son sus lágrimas las que se pasean por mi rostro. Quizás sean ambas, o quizás pueda ser que mis lágrimas recorran y calen todo mi cuerpo.

..
.
-¿Me escuchas?

Quisiera no pensar y dejarme evadir allí y que el tiempo pasara por mi lado sin que me diera cuenta que hace mella en mí, que sea capaz de pasar por delante sin recordarme que a partir de ahora me enfrento a lo desconocido, a lo agrio, a un nuevo desvío, que me enfrento a una nueva vida, a mi vida sin ti.
Me encuentro sin fuerzas, consumido, malherido… creo que no sé seguir. Tengo una herida profunda que me dice que lo que hubo ya no está, no puedo caminar desangrándome, no puedo volverlo a intentar, creo que ya lo intenté muchas veces, creo que eras tú la mujer de mi vida, pero a veces la convicción del amor no es suficiente ¿no es cierto?
Tengo un frío extraño que me predice que no tendré más tu calor, que ya no hay nada lo suficientemente valioso como para continuar luchando, que todo es oscuro, que todo es…realidad.

..
.
-¿Muchacho?- ¡Ay! Andrés llama a una ambulancia que este muchacho no está bien.

Silencio solo quiero silencio, no quiero escuchar nada, quiero un silencio aterrador, quiero hundirme en la mierda y llorar, y llorar, y no parar de hacerlo nunca más.
Me levantó y comienzo a caminar
-Estate quieto no vaya a ser que te hagas daño. A ver cuéntame ¿Qué te pasa?- una voz taladrante de mujer me sorprendió tras mi espalda, me volví y le sonreí, pero todos sabíamos que esa sonrisa era fingida, y continué mi camino topándome con un hombre que debía ser su marido.
-Chico, mira que la ambulancia esta apunto de llegar

No había casi coches circulando. Solo las luces de las farolas me alejaban de la soledad. Las calles hacia horas que dormían y los silencios excepto los de mis pasos las dejaban descansar. El cielo poco a poco se iba calmando, pero yo sé que seguía llorando por dentro como lo hacía yo. Y continuaba caminando desorientado, sin rumbo fijo, sin dirección, por que todo era igual, todo era oscuridad.
Sé a donde me llevarán mis pasos y por eso intento llevarles la contraria y arrastrarlos a la ignorancia, pero termino quiera o no quiera en ese lugar, en medio de la carretera de la calle de nuestro pequeño refugio, nuestro hogar… Hace tan solo unas horas que cerramos nuestro capítulo y me da la sensación de que hace siglos que me separé de ti.
Todo está oscuro y me asusta, me gustaría subir y saber que todo está bien, pero doy de espaldas marcha atrás por la carretera hacía la esquina que giraré y no me verás volver. Espero que consigas ser más feliz, o que conozcas la felicidad si yo no te la supe dar.






Autor: Daniel Calderón Martín


Imagenes: 1ª Google // 2ª

Próximo capítulo en http://bykaracola.blogspot.com/ . No os lo perdáis.

10 de febrero de 2010

Orgullo

Os voy a contar una pequeña historia:

Un hijo le preguntó a su padre "¿Papá formarías parte en el maratón conmigo? El padre respondió que sí
Fueron al maratón y lo completaron juntos. Padre e hijo comenzaron a ir juntos a otros maratones. El padre siempre decía que si a las solicitudes de ir a las carreras. Un día el hijo le preguntó a su padre "Papá vamos a participar juntos en el "Ironman". El padre volvió a decir que si

El triatlón Ironman abarca 2,4 millas (3,86 kilómetro) nadando en el océano, seguida por 112 millas (180,2 kilómetros) de paseo en biciclete, y terminando con 26,2 millas (42,195 kilómetros) de maratón a lo largo de la costa de Big Island. Verdaderamente una carrera terrible. Ahora que ya sabéis la historia ver el video



8 de febrero de 2010

Inercia

Después de tres largos años sin tu presencia la vida ya no es vida, tan solo historias escritas que pudieron ser ciertas, pero lamentablemente tras este tiempo no he dejado de ser yo mismo; el mismo mentiroso que se engañaba constantemente a si mismo diciéndose que no te quería, el mismo imbécil que llorando en aquella azotea donde la ciudad estaba a nuestros pies no sufría por tu partida sino por la extrañeza de una vulnerabilidad en mi nunca vista. Desde ese momento no ha habido un segundo en que no ansiara tu vuelta, y subía a ese lugar que fue tan nuestro a escuchar como el eco repetía tantas veces tu nombre; siempre tuve las esperanzas puestas en que fuera capaz de llegar a tus oídos. Intenté cada día gritar más fuerte, pero nunca volviste.
Demasiado tarde me he dado cuenta que la ciudad nunca estuvo a mis pies, tan solo fue una imposible perspectiva, porque para mí, a pesar de todo el tiempo, sigue siendo una desconocida, que esperaba a que por fin despertará de ese eterno sueño en el que me había sumergido. Ella siempre tuvo esperanzas en mí. Lo he hecho todo mal, me he emborrachado constantemente de mentiras, y quizás esto sea lo único bueno que consiga hacer, por eso quiero ser parte de la ciudad que si está a tus pies.
Casi al instante me doy cuenta que volví a desperdiciar una nueva oportunidad al verte aparecer tras la puerta cuando yo ya tenía un pie en el vacío sin poder refrenar la inercia de la caída. Resultó que conseguiste oírme cuando aprendí a hablar en silencio. Intenté aferrarme a ti, a tu voz gritando mi nombre, al aire, a los barrotes de las ventanas enrejadas, pero ya sabía que no tenía esperanza y por una vez, al menos hubo una, grité al viento un TE AMO que rápidamente repitió el eco, antes que se me acabe un tiempo, que irónicamente, ya había valido la pena.

"Y me convertí en la acera que ella constantemente pisa, porque ella si puso ciudades a sus pies al darse cuenta que el amor no es el motor del mundo pero convierte el vacío en vida y hace que dos seres desconocidos se encuentren en el espacio-temporal y choquen creando tan magnífico Big Ben"
…Por que tuve que hacerme ciudad para darme cuenta que siempre fui suyo….
Autor: Daniel Calderón Martín
Imagen: Google

4 de febrero de 2010

Lucía

No hacen falta palabras porque sonríes irresistiblemente y con eso lo dices todo y me siento románticamente perdido ante eso. Aún así pronuncias la palabra anhelada Lucía en un susurro que se queda por siempre suspendido en mi aire y suspiro dejando que arranques de mi ser ese estado gaseoso que por allí deambulaba. Me repito una y otra vez tú nombre, pero no suena igual, no, en tú boca suena a la poesía que tiene el poder de estremecerme tal y como hace cada nota y cada letra de aquella canción de Serrat que lleva tú nombre.
Ahora ya puedes quitarte esa máscara obligada en este baile porque ya te conozco, lo llevo haciendo desde siempre, y sé que con solo mirarme a los ojos supiste quien era, que era yo, que ya había llegado, que ya estaba por fin a tu lado. Agárrame fuerte de la mano porque el viaje es complicado, no puedo permitirme perderte, estar sin ti otra vez, así que aférrate a lo que soy y no tengas miedo que no te soltaré, porque quiero llegar contigo hasta el final.
Me gustaría que me acompañaras a ese lugar que tanto tiempo estuvo esperando nuestra llegada, a ese balcón desde el cual se dibujaron aquellas estrellas fugaces que cumplieron nuestros deseos, donde la noche y el día se ocultan a través del tiempo imperecedero, donde la lluvia caerá nuestros cuerpos desnudos y no calará, donde se crearon colores maravillosos que desconocemos, donde crearemos las notas de una melodía que sonará a todas horas y en todas partes, desde el cual soñaremos ilusiones que lucharemos juntos por conseguir.
Acompáñame a nuestro lugar, a nuestra vida en común, a nuestra vida real, donde me dejaras atónito con ese vestido color carne, donde fabricaremos nuevos olores que nos embriagaran, donde desearé a cada instante besarte, dibujar palabras en tu espalda, que me hagas temblar cada vez que me acaricies y que hagas arte en mi cuerpo. Déjame verme a través de tus ojos y que un brillo en estos me sorprenda, déjame que clave sonrisas cada vez que hables, déjame que respire al fin de verdad, y que tenga dependencia de tu aire, déjame que el resto deje de importarme, déjame agarrarte de la cintura y llevarte a ese mágico lugar donde la inmensidad de estos impulsos nos llevará cada instante a bailar abrazados nuestro amor.

Texto: Daniel Calderón Martín

Imagen:Getty images

3 de febrero de 2010

Ya te encontré


Escucha atentamente lo que mi voz te susurrará al oido, no tendrá la fuerza del viento pero seguro que te asombra cuando su mensaje aterciopelado se deslice por tu tímpano y entiendas que esas palabras son un te quiero, y no será uno uno cualquiera, te lo aseguro, será el más sincero, porque he recorrido casi veinticinco calendarios para hallarte en la fecha que debía redondear en rojo, porque he girado cientos de esquinas que no me llevaron a tus brazos, porque te he inventado en miles de sueños que se acabaron y me abandonaron en esa realidad en la que no estabas tú, porque te he intentando en tantos besos que me equivocaron, porque te he llamado por muchos nombres y con ninguno te girastes, porque te he buscado en un millón de cielos que no me enamoraron, porque te encontré y me descubrí ilusionado, y seguramente te sorprenda mis palabras que te abordan y que no te dejaran pensar ni un segundo que son inciertas, anhelos que desean que estes sola, que sea el tiempo y el lugar idóneo, porque he luchado por tí tanto tiempo que me derrumbaría sin conocer al menos tu nombre.
Texto: Daniel Calderón Martín
Imagen: Google