14 de diciembre de 2011

Atrapado en Peridón [1]

Diciembre ya está aquí otra vez, como cada día, en cada amanecer... No sé si su llegada es diferente en cada ocasión, o cada uno de los más de mil días que tiene este mes son exactamente iguales: cabronazos y mentirosos. No recuerdo la última vez que no fué Diciembre
Hoy podría ser menos fuerte y caer como la nieve, y fundirme y desaparecer en estas atmósferas superfluas; quizás la salida de Peridón se encuentre en el alcantarillado de la ciudad.
Los paisajes se tiñen de blanco bonito, y los abrigos, los gorros, bufandas y guantes de lana marginados en una absurda caja de cartón en cualquier buhardilla se reutilizan y se les concede revivir tiempos mejores en los que todo era novedoso. Diciembre llega otra vez con sus falsos propositos, sus ilusiones inventadas, sus palabras alteradas y toda esa irritante parafernalia en la que participa todo el mundo. Todo es irreal. No existes ni tú, ni tú, tampoco él, ni los Reyes, ni Santa Claus, ni ese árbol de navidad que compraste en cualquier bazar oriental, ni los adornos, ni el alumbrado de las luces centelleantes...ni siquiera existo yo. Todo es descabelladamente oscuro.

...Nada existe desde que te fuiste, y por más que pida deseos con todas mis fuerzas, Peridón no es capaz de traerte conmigo, mamá